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lunes, 9 de julio de 2012

Memoria sonora

Con Los Subtitulados, Seba Rubin acaba de sacar nuevo disco, Más, una apuesta por volver a una forma de hacer y pensar la música que está en vías de extinción

Txt Emilia Erbetta @emiliaerbetta | Ph. Ezequiel Sambresqui

“Cuando vas a una discográfica y les decís con cuánta plata sacaste un disco, no lo pueden creer”, se ríe Sebastián Rubín. El ex Grand Prix, que con pocos recursos pero mucho trabajo acaba de editar un nuevo disco con Los Subtitulados, está convencido de que “si no hay hambre, te achanchás” y en seguida traduce: “Al tener pocos recursos hay que rebanarse más el mate, eso hace que tengas la cabeza funcionando mejor, que estés más concentrado porque hay que aprovechar todo y esa gimnasia te hace generar más y más cosas”. 

La disciplina del rebusque fue la que hizo posible que los once temas de Más se grabaran en cinco días en los estudios ION y superaran incluso las expectativas de la banda. “Éste disco lo hicimos casi como si lo estuviéramos grabando en cinta”, explica Rubin. La idea fue que los cinco integrantes de la banda (Juampi Mandelman en piano, Martín López Cuesta en batería, Alejo Provvidente en guitarras eléctricas, Manuel García Sessa en bajo) tocaran juntos en el estudio para hacer, de algún modo, un viaje hacia atrás: “Queríamos conservar la interpretación pura y primaria de la grabación en un estudio, tratando de corregir y editar lo menos posible a la hora de las mezclas y lo logramos en casi todos los temas”. 

En los discos anteriores (que son cuatro: Viva la vida, Componé ladrón, Esperando el fin del mundo y Desayuno de campeones), Rubín llegaba a la sala de ensayo con temas ya casi definidos. Pero ésta vez decidió llevar sólo las primeras impresiones de las canciones, lo que él define como un “acto de memoria sonora”. “Entonces el proceso de armado de los temas empezó mucho antes en la sala de ensayo de lo que empezaba en los discos anteriores. Eso tiene un impacto muy claro porque en ese estadío mucho más primario de creación de la canción hay un input de todos los músicos. Por eso Más es el disco más Subtitulados de todos”.

Rubin se sabe la discografía completa de Prince -“o seguro hasta el año 1994”- aclara como si eso convirtiera el dato en algo trivial. A esta altura resulta una obviedad decir que su casa está llena de discos. Hay cds y vinilos que muestra con orgullo mientras cuenta la anécdota correspondiente a cómo consiguió cada uno: “Este me lo trajo un amigo de Nueva York, por este crucé la ciudad, de Devoto al centro, cuando era adolescente”. Hay originales y grabados, tesoros buscados durante años y figuritas repetidas. También hay varios ejemplares de Macanudo, del historietista Liniers, con el que trabajó para el tema Los Encerraditos y para el video de El Rey de la Ansiedad.

Las anécdotas que Sebastián relata mientras muestra fascinado las joyitas que guarda en su casa son testimonios de un modo de vivir la música que hoy está en extinción. Cuando al adolescente Rubin le gustaba un tema que escuchaba en la radio o en la casa de un amigo, inmediatamente empezaba la búsqueda. Hoy el adulto entiende que hay tanto de todo que termina no habiendo nada: “Le preguntás a un chico si escuchó The Cure y se baja toda la dicografía. Esa manera de escuchar es mucho más superficial. Hay una forma de acceder a la música que es tan sencilla y tan masiva que ya no se construye una discoteca personal como se hacía hace veinte años”. Su misión como el Profesor Pop, el personaje que adopta semanalmente para el programa de radio Gente Sexy (FM Rock and Pop, de lunes a viernes a las 16) es justamente “rescatar cositas que hoy están cada vez más hundidas y ocultas, ser como el hermano mayor que recomienda un disco”. 

Alrededor de ese hábito que lo llevaba cuando era un adolescente a recorrer disquerÍas buscando ese álbum que tenía que conseguir, “se construyó una industria, una forma de consumo, un modo de los artistas de armar y dividir su obra”, retoma. Cuando ese adolescente mutó en una figura sentada frente a la computadora, con sesenta años de rock al alcance del mouse, todo un mundo se rompió y Rubin no está tan seguro de que valga la pena juntar los pedazos: “Capaz tenemos que dejar que se derrita y ver cómo se solidifica. Por ahora estamos todos viendo para qué lado va a ir”, grafica. Aunque tampoco está tan
seguro de que lo que vino sea mejor que lo que fue: “Ahora es mucho más fácil grabar un disco. Las tecnologías cambiaron la manera de hacer música. Para grabar en cinta había que tocar muy bien, Los Beatles por ejemplo tocaban muy bien, porque el recurso era escaso, había poco tiempo y otro soporte. Eso te obligaba a ensayar, a relacionarte con tu instrumento y ejercitar tu oficio de otra manera”, matiza. 

En este punto, es claro que a Rubin no le interesan las revoluciones, prefiere avanzar conservando lo anterior, cuidando el ADN de la canción: “Como músicos, a mí y a Los Subtitulados nos gusta tener en claro lo que pasó antes y ser originales a partir de eso. Me gusta trabajar con los elementos que ya conocemos, mezclarlos, masticarlos y sacar otra cosa. Me parece un desafío más interesante que hacer música con bandejas de plástico o electrónica mezclada con bachata”.

www.rubinlandia.com.ar



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